Una tarde, mientras Shichiri Kojun estaba recitando sutras, entro un ladrón con una afilada espada y le pidió su dinero o su vida.
– No me distraigas, puedes encontrar dinero en ese cajón – dijo Shichiri – y continuó con sus rezos.
Un momento más tarde paró y dijo:
– No lo cojas todo, necesito un poco para ir a pagar unos impuestos mañana
El ladrón lo cojió casi todo y se dispuso a marcharse.
– Dale las gracias a quién te hace un regalo – añadió Shichiri
El hombre le dió las gracias y se fue. Unos días mas tarde detuvieron al ladrón y entre otras cosas confesó el robo que le hizo a Shichiri.
Cuando este fue llamado a testificar,dijo:
– Este hombre no es ningun ladrón, al menos en lo que a mi me toca. Yo le dí a él el dinero, y el me dió las gracias
Cuando el ladrón cumplió su sentencia y salió de la carcel, fue a ver a Shichiri y se convirtió en su discípulo.
Fuente: Internet, autor desconocido