Un día, mientras deambulaba por un mercado, el monje Banzan oyó, delante del puesto de un carnicero, a un cliente que pedía el mejor pedazo de carne.
– En mi establecimiento – respondió el carnicero -, cada pedazo de carne es el mejor. No podrás encontrar uno solo que no lo sea.
La respuesta del carnicero iluminó a Banzan.
¡que bueno! gracias