Una vez visitó un cristiano a un maestro Zen y le dijo:
– Permíteme que te lea algunas frases del Sermón de la Montaña.
– Las escucharé con mucho gusto, – replicó el maestro.
El cristiano leyó unas cuantas frases y se le quedó mirando.
El maestro sonrió y dijo:
– Quienquiera que fuese el que dijo esas palabras, ciertamente fue un hombre iluminado.
Esto agradó al cristiano, que siguió leyendo.
El maestro le interrumpió y le dijo:
– Al hombre que pronunció esas palabras podría realmente llamársele Salvador de la humanidad.
El cristiano estaba entusiasmado y siguió leyendo hasta el final.
Entonces dijo el maestro:
– Ese sermón fue pronunciado por un hombre que irradiaba divinidad.
La alegría del cristiano no tenía límites. Se marchó decidido a regresar otro día y convencer al maestro Zen de que debería hacerse cristiano. Al regresar a su casa, se encontró con Cristo, que estaba sentado junto al camino.
– ¡Señor, – le dijo entusiasmado
– He conseguido que aquel hombre confiese que eres divino!
Jesús se sonrió y dijo:
– ¿Y qué has conseguido sino hacer que se hinche tu ‘ego’ cristiano?
Fuente: cuento de Anthony de Mello
La palabra de Dios en nombre de su hijo jesucristo nos guia da fe al cristiano construye viene la alegria se va la trsteza para ti y para mi doy gracias a este-espacio sinigual no se pierde nada con estar un ratito aqui compartiendo y aprendiendo algo mas.
Muy buen sitio, mi felicitación sincera por este bonito trabajo de recopilación y difusión de tan bonitas enseñanzas.
Gracias Mario por tus palabras!