La historia cuenta que había dos hermanos que se querían con toda el alma. Ambos eran agricultores. Uno se casó y el otro permaneció soltero.
Decidieron seguir repartiendo toda su cosecha a medias.
Una noche el soltero soñó:
– ¡No es justo!
– Mi hermano tiene mujer e hijos y recibe la misma proporción de cosecha que yo que estoy solo.
– Iré por las noches a su montón de trigo y le añadiré varios sacos sin que él se de cuenta.
A su vez el hermano casado soñó también una noche:
– ¡No es justo!
– Yo tengo mujer e hijos y mi futuro estará con ellos asegurado.
– A mi hermano, que está solo, ¿quién lo ayudará?
– Iré por las noches a su montón de trigo y le añadiré varios sacos sin que se de cuenta.
Así lo hicieron ambos hermanos. Y ¡OH, sorpresa!, Ambos se encontraron en el camino, una misma noche, portando sacos uno para el otro. Se miraron, comprendieron lo que pasaba y se abrazaron con un abrazo de hermano, y su lazo era aún más fuerte, y para siempre.
Fuente: Internet, autor José María Capdevilla
que lindo