Nos aproximamos al maestro y, quizá con algunas dificultades, logramos que nos conceda una entrevista.
Habíamos pensado nuestras preguntas con gran cuidado, pero cuando estamos a punto de abrir la boca, él grita: «Jo», con todo el volumen de su voz. Nos sentimos desbordados y él nos pregunta qué es lo que nos confunde.
Empezamos diciendo:
– Bueno, vino a preguntar ..
Pero él nos interrumpe:
– Y ya te he contestado.
– Pero yo no ..
Y de nuevo:
– Jo! – gritado desde las profundidades de su vientre
Fin de la entrevista.
Fuente: memorias Alan Watts