EL JUEGO DEL AHORA, neurociencia y el aprendizaje a través del juego. Cartas de yoga y pausa, juegos de atención, regulación emocional, preguntas de autoconocimiento. PARA NIÑOS DE 9 A 99 AÑOS

Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera en una tormenta. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados.

Rayo

Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos tardan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición…)

La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos.

En una curva del camino divisaron un portón magnífico, todo de mármol que conducía a una plaza pavimentada con bloques de oro, en el centro de ella había una fuente de donde emanaba agua cristalina. El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada.

– Buen día, dice él.
– Buen día, respondió el hombre
– ¿Qué lugar es este tan lindo?, preguntó.
– Esto es el Cielo – fue la respuesta.
– ¡Qué bueno que llegamos al Cielo! Estamos con mucha sed – dijo el hombre.
– Puede entrar a beber agua cuando quiera – dijo el guardia, indicando la fuente.
– Mi caballo y mi perro también están sedientos.
– Lo lamento – dijo el guarda. Aquí no se permite la entrada de animales.

El hombre quedó desconcertado, pues su sed era grande. Pero él no estaba dispuesto a beber dejando a sus amigos con sed. Así que prosiguió su camino.

Después de mucho caminar cerro arriba, con la sed y el cansancio multiplicados, llegaron a un sitio cuya entrada estaba señalada por una puerta vieja semi-abierta. La puerta conducía a un camino de tierra, con árboles a ambos lados haciendo sombra. A la sombra de uno de los árboles había un hombre acostado.

– Buen día – dijo el caminante.
– Buen día – dijo el hombre.
– Estamos con mucha sed yo, mi caballo y mi perro.
– Hay una fuente entre aquellas piedras – dijo el hombre. Pueden beber cuanto quieran.

El hombre, el caballo y el perro fueron hasta la fuente y saciaron su sed.

– Muchas gracias – dijo al salir.
– Vuelvan cuando quieran – dijo el hombre.
– A propósito – dijo el caminante, ¿cuál es el nombre de este lugar?
– El Cielo – respondió el hombre.
– ¿Cielo? Pero si el hombre de la garita de más abajo, al lado del portón de mármol, dijo que ese era el Cielo.
– Aquello no es el Cielo, eso es el Infierno.
– Pero entonces, dijo el caminante, esa información falsa debe causar grandes confusiones.
– De ninguna manera, respondió el hombre. En realidad, ellos nos hacen un gran favor porque allá quedan las personas que son capaces de abandonar a sus mejores amigos.

Fuente: cuento de Egipto, autor desconocido