En una ciudad de Grecia vivía un sabio famoso por tener la respuesta para todas las preguntas.
Un día un adolescente, conversando con un amigo, dijo:
– Creo que sé cómo engañar al sabio. Voy a llevarle un pájaro que sujetaré en la mano, y le preguntaré si está vivo o muerto. Si dice que está vivo, lo apretaré y una vez muerto lo dejaré caer al suelo; si dice que está muerto abriré la mano y lo dejaré volar.
El joven llegó hasta el sabio y le hizo la pregunta:
– Sabio, el pájaro que tengo en la mano, ¿Está vivo o muerto?
El sabio miró fijo al joven y le dijo:
– Muchacho, la respuesta está en tus manos
Fuente: cuento del libro “Aplícate el cuento”, relatos de ecología emocional de Jaume Soler y Mercè Conangla
cierto es que preguntando aclaramos las dudas que tenemos, pero ¿Cual es el motivo de preguntar lo que sabemos? saber ya no es el fin y motivo de una pregunta, la intención de menospreciar el conocimiento o la sabiduría de otro como satisfacción y regocijo de mi desconocimiento e incultura, alardeando de una inteligencia inexistente. Decían en la antigüedad que el sabio lo era por saber lo que no conocía, mas que por el conocimiento de lo que sabia.
Yo creo que lo que el jóven quería era menospreciar al sabio haciendo una especie de broma por los celos que ellos tenían al no tener ese tipo de pensamiento o aprendizaje.
Gracias por participar en el blog Paulette. Abrazo
Moraleja:no es siempre preguntar a una persona, a que nos de una respuesta al azar, porque cada uno sabe la veracidad de lo que siente, lo que hace, lo que ha visto, etc. 🍃
El potencial próximo presidente del Perú intentó contar esta historia, pero quedó en completo ridículo, busquen el video de Castillo hablando del pollo.
Verán que es la mejor manera de aniquilar la historia cuando tienes una memoria más pequeña que la de un pájaro y el razonamiento más pobre que el de un pollo.