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Un día el emperador Akbar y su ministro Bírbal fueron a la selva a cazar.

Al disparar la escopeta, Akbar se hirió en el dedo pulgar y gritó de dolor. Bírbal le vendó el dedo y le soltó el consuelo de sus reflexiones filosóficas:

– Majestad, nunca sabemos qué es bueno o malo para nosotros.
– Debemos contemplar todo con ojos de providencia.

Al Emperador no le sentó bien el consejo, se enfadó y arrojó a su ministro al fondo de un pozo abandonado.

El Emperador después continuó caminando por el bosque. Un grupo de salvajes le salió al encuentro en plena selva. Lo rodearon, le hicieron cautivo y lo llevaron a su jefe. La tribu se preparaba a ofrecer un sacrificio humano y el Emperador Akbar era la víctima elegida. El hechicero de la tribu lo examinó y, al ver que tenía el dedo pulgar roto, lo rechazó, ya que la víctima no podía tener defecto físico alguno.

Akbar cayó entonces en la cuenta de lo que le había dicho su ministro Bílbar y comprendió que tenía razón en su reflexión. Le entró remordimiento, volvió al pozo, y sacó a Bílbar a quien pidió perdón.

Bílbar contestó:

– Majestad no tiene porqué pedirme perdón, ya que no me ha causado ningún daño.
– Al contrario, me ha hecho un gran favor, me ha salvado la vida.
– Si no me hubiera arrojado a este pozo, hubiera continuado yo a su lado.
– Entonces esos salvajes me hubieran cogido a mí para su sacrificio ..
– .. y me habían matado.

Maestro: nunca podemos estar seguros de si algo es bueno o malo para nosotros, simplemente es. Dejemos que actúe la providencia.

Fuente: parábola Hindú autor desconocido, Internet