Los estudiantes de la escuela Tendai solían practicar la meditación mucho antes de que el Zen llegase al Japón.
Cuatro de estos estudiantes, amigos íntimos, se prometieron el uno al otro en cierta ocasión observar siete días de absoluto silencio.
Durante el primer día, todos permanecieron callados. Su meditación había empezado con buen pie. Pero al caer la noche, como fuera que la luz de las lámparas de aceite había empezado a palidecer, uno de los estudiantes no pudo evitar decir a un sirviente:
– Recarga esas lámparas.
Un segundo estudiante se quedó estupefacto al oír hablar el primero.
– Se suponía que no ibamos a decir una palabra – observó.
Entonces, el tercero dijo:
– Sois los dos unos estúpidos.
– ¿Por qué habéis hablado?
Y el cuarto estudiante concluyó:
– Yo soy el único que no digo nada.
Fuente: Zen tradicional
El silencio y la oscuridad son más sostenibles que el ruido y el exceso de luz… pero nos hemos acostumbrado a vivir entre impactos acústicos y lumínicos que nos aceleran… por eso incomoda y se nos torna insostenible el silencio y la oscuridad… a veces es más difícil ir lento y disfrutar del camino que apresurarte para llegar a un fin, que a veces nunca llega.
Salud!
Gracias Marc por compartir … saludo!
Excelente! Me encanta éste sitio, Gracias por compartirlo.
Saludos.
Hola Marco! Gracias por tus palabras y por visitarnos. Saludo!