El monje Kinji fue a visitar a un Hugen a lo alto de una colina para que lo admitiera como su alumno.
— Deseo aprender de ti — dijo el monje.
Hugen miró fijamente a Kinji y lanzó una interrogación al aire:
— ¿Qué harías si un furioso toro te fuera a embestir es este mismo instante?
— Me subiría a un árbol — respondió el monje.
— Y si no hubiera árboles.
— Treparía una barda.
— Y si no hubiera bardas.
— Correría muy fuerte.
— Pero si estás atado.
Hubo silencio.
— No lo sé, me doy por vencido, maestro —. Fue su última respuesta y se marchó decepcionado.
Al paso de los años Kinji volvió con Hugen gritando:
— ¡El toro ha muerto maestro, el toro ha muerto!
Hugen lo admitió como su alumno.
Cuento escrito por Víctor H. Orduña “Shamir”