Maestro, ¿podrías revelarme el Secreto de Oro para alcanzar la excelencia?
– Ten paciencia —contestó el Maestro.
A los pocos meses el alumno volvió a preguntar:
– ¿Ahora ya puedes revelarme el Secreto de Oro?
– Paciencia, hijo, paciencia.
Después de un largo tiempo el alumno insistió por enésima ocasión:
– Apreciable maestro, siempre he sido tu discípulo más fiel, el más disciplinado, creo que es tiempo que me reveles el Secreto de Oro.
– Ten paciencia —volvió a contestar el Maestro.
– ¡No, no es justo! —Vociferó el alumno—. Soy tu discípulo más viejo y se me ha agotado la paciencia, por eso te exijo que me reveles el Secreto de Oro ahora mismo.
– Ten Paciencia —contestó el Maestro tranquilamente otra vez.
El alumno resignado a pensar que su Maestro nunca le revelaría el Secreto de Oro decidió abandonar los estudios de sabiduría sin saber que su Maestro le había revelado desde un principio la clave:
Paciencia. Tener paciencia, ese es el Secreto de Oro.
Cuento escrito por Víctor H. Orduña “Shamir”